Origen de la Alta Costura
Es fácil escribir la historia del diseño de moda, o de la llamada ropa de firma, pero es casi imposible saber el nombre de sus protagonistas. Hoy estamos familiarizados con nombres y marcas como Balenciaga, Cardin, Dior, Versace. Todo el mundo sabe quién es Carolina Herrera o quiénes Dolce & Gabana, y nos parece normal llevar un polo Lacoste o unos vaqueros Levis.
Los apellidos del mundo de la moda se han convertido en palabras de uso corriente. Pero, ¿Quién recuerda el nombre de la modista que le hacía los trajes de corte a Isabel I de Inglaterra, o a las esposas de Felipe II?.
Pues, nadie se acuerda de quienes diseñaron y concibieron los elaborados trajes cortesanos renacentistas y de la alta burguesía del siglo XV y XVI. Comenzó a hablarse de los diseñadores muy tarde y muy tímidamente, casi de forma casual, se comenzó hacer justicia. Eso sucedió en el siglo XVIII, en París y Milán, donde surgieron los primeros centros de moda. Pero seguía siendo el vestido lo que acaparaba la atención: el nombre de su creador parecía irrelevante. En parte tenía su lógica, ya que no existía el prêt-à-porter, por lo que todos los vestidos eran diferentes. Es cierto, que se espiaba a quienes vestían a las grandes damas. Para así, anticipar cómo iban a aparecer en la corte o en los salones de moda, para copiar modelos, o para poner en ridículo a una dama.
Pero se hablaba del cliente, no de sastres o modistas sino de estilos, colores, tejidos, complementos, joyas, botones. Se omitía el nombre de su diseñador.Se hablaba más del color del tejido que del autor del vestido. El color era parte importante del gusto, casi más que el diseño mismo. El preferido durante el reinado de Luis XVI, fue el color pulga: color pardo tirando hacia morado.
Entre los amarillos, muy populares también, el matiz preferido era el rubio pálido: color del cabello de la reina; luego causó furor el color rubio oscuro, agamuzado, que el pueblo llamaba merde d’oie o mierda de ganso.
En París se puso de moda sustituir el nombre de los colores por el de la cosa que evocaba. Así, se habló de vestidos pierna de ninfa, barriga de monja, enfermo de viruela, basura de la calle, que eran distintas formas de matizar la escala de los amarillos o de los verdes.
La ropa de firma apareció de manera casual. La primera creadora de moda que logró introducir su nombre como marca de excelencia y autora de prendas exclusivas fue Rose Bertin, pseudónimo de la francesa Marie-Jeanne d’Abbeville a mediados del siglo XVIII.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario